Familia. Somos una familia.
Todo empezó cuando nació nuestra hija, una pequeña gran revolución que cambio
nuestras vidas por completo.
Con muchos miedos e inseguridades fuimos afrontando sus primeros momentos. Sus
primeros juguetes, no fueron juguetes, la verdad. Recuerdo que una esponja fue
perfecta como primer mordedor y una anilla de cortina su primer agarrador…
Pañuelos, trozos de tela, utensilios de cocina, tubos y piezas de la caja de herramientas fueron perfectos para acompañarla en su primera etapa. No nos sentíamos cómodos con los juguetes “habituales” así que inventábamos y fabricábamos sus propios juguetes.
Poco a poco fuimos encontrando por el camino a artesanos maravillosos y a marcas preciosas que piensan y fabrican recursos educativos de una manera respetuosa. Respetuosa, primero de todo, con el niñ@, fomentando un juego inclusivo y libre. Y también, respetuosos con el planeta. Utilizando la madera como material principal, o cuando la madera no es una opción, promoviendo el bioplástico.
En nuestro ADN está promover el juego libre. Y qué es el juego libre te preguntarás… El juego libre es aquel que no es dirigido, no es estructurado. El niñ@ decide el cómo, qué y con quién. Establece las reglas, elige materiales y decide el juego. Porqué es importante que los juguetes “hagan pocas cosas”, cuantas menos cosas hagan los juguetes, más cosas hará la mente de nuestros niñ@s.
Se nos olvida explicarte lo más importante, no caminamos sol@s. Como dice un proverbio africano: "Para educar a un niño se necesita una tribu entera". La tribu que nos ayuda a elegir nuestros juguetes se compone por un fisioterapeuta, una maestra, una pedagoga, una psicóloga y un papi muy molón. Todos nosotros conseguimos una perspectiva multidisciplinar del juego maravillosa.